Ofrendas para una Madre

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Las coronas que descansan sobre las sienes de las imágenes de María Santísima no cumplen una función estética. Tampoco pretenden exaltar un falso estatus que haga parecer a una Virgen superior a las demás debido a su ostentosa presea. Estas coronas encierran un significado profundo que merece ser comprendido. Sin embargo, en el mundo actual, donde lo instantáneo a menudo toma el control, tendemos a mirar superficialmente y a no explorar el significado auténtico, lo cual requiere tiempo y reflexión. Si me lo permites, en pocas líneas, trataré de explicarte la catequesis que hay detrás de la corona que ha sido bendecida en el marco de la festividad de María Santísima del Gran Perdón.

La corona ante todo es símbolo de realeza, en este caso celestial. El cielo queda representado por el tono de las aguamarinas que la ornamenta, que además de ser el leitmotiv de las distintas piezas del ajuar de nuestra Sagrada Titular, refleja su reinado en el mundo espiritual.

Si seguimos por el canasto vemos como se desarrollan seis imperiales entre los que se alternan sendos ramilletes de azucenas, recordándonos la pureza y la virtud de María. Volviendo a los imperiales, estos se conectan con una ráfaga donde destacan las mallas de orfebrería y parten una alternancia de rayos rectos y flamígeros.

Como motivo central de la pieza encontramos una bola del mundo en marfil rodeada por una serpiente que muerde una manzana y es rematada por una cruz con aguamarinas. Aludiendo a la redención que cristo ofrece al género humano con su entrega para redimirnos del pecado original de Adán.

Esta obra de arte ha sido diseñada y labrada en plata por el orfebre Emilio Méndez. Sigue las características de las coronas del siglo XVIII, más baja que la usa en procesión y con formas suaves y ondulantes, que sin duda va a potenciar el recogimiento y el carácter intimista de María Santísima del Gran Perdón en su capilla.

Esta corona, que ha sido donada por el grupo de albacería, no fue el único presente que sus devotos ofrendaron a nuestra amantísima Virgen durante los cultos en su honor:

– Enaguas realizadas por María del Mar Abad y María Dolores Vera con dos vestidos de novia donados por la familia Delfín – Chamizo.

– Saya de seda rosa bordada en canutillo de oro y manto de capilla color cardenal donados por el grupo de albacería.

– Dos pañuelos de encaje de bolillos traídos de Bruselas por la familia Durán – Albert.

– Un pañuelo de encaje de bolillos de Bruselas, entregado por un grupo de portadores del trono de María Santísima del Gran Perdón.

– Rosario de plata traído de Santiago de Compostela, ofrendado por Pedro Gallego.

Álvaro Muñoz Rivas

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