Una Hermandad de trabajadores

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“Más que los tronos, más aún que los pasos, más que el adorno, más que el arte, más que el esplendor de la Semana Santa malagueña, nos está conquistando esta ruta de caridad y de Hermandad comenzada entre los cofrades. Al levantar la voz nuestro Prelado, el Ángel de la Iglesia de Málaga, para bendecir a los Hombres de trono, despertó el corazón de los cofrades malagueños”.

Estas palabras fueron escritas en 1.949 por Gabriel Díaz Aragón, cronista de la Hermandad del Prendimiento. Se refería, como no, a reorganización de nuestra Hermandad. Para entender la repercusión de este hito en el contexto cofrade debemos hacer un ejercicio de retrospección y trasladarnos mentalmente a esos años.

Finalizando la década de los años cuarenta, la diócesis de Málaga era la que tenía el número de católicos practicantes más bajo de España; las cifras de analfabetismo eran abrumadoras, solo superadas por la provincia de Jaén y además, la carestía de trabajo hacía que la inmensa mayoría de las familias vivieran en la miseria pasando todo tipo de penurias. En este contexto llegó a Málaga D. Ángel Herrera Oria, Obispo de la diócesis entre 1.947 y 1.965, quien muy sensibilizado por la cuestión social y la desigualdad de clases sociales promovió una serie de medidas para comenzar a revertir la situación.

Relativo al ámbito cofrade, una vez terminada su primera Semana Santa en Málaga se entrevistó con un grupo de capataces y hombres de trono, verdadera clase trabajadora dentro de las Hermandades, los cuales gracias a su enorme esfuerzo a cambio de un pequeño extra para sus jornales, hacían posible que nuestra Semana Santa no se quedara huérfana de procesiones. A día de hoy no podemos afirmar con total seguridad la intención de Herrera Oria, pero en esa reunión alentó y facilitó la reorganización de la Hermandad del Prendimiento a manos de este colectivo.

Es plausible pensar, que con su creación se lograría fundar la auténtica Cofradía del pueblo llano sin estar vinculada a los grupos sociales que detentaban el poder en otras Hermandades. No podemos olvidar que los capataces y hombres de trono provenían en su mayoría de oficios de carga en mercados y en el puerto, frente al grupo dirigente compuesto por la burguesía local.

No es de extrañar que con estos orígenes y a pesar del tiempo, el Prendimiento siga siendo conocido como la Hermandad de los Obreros. Esta es la razón que nos ha movido en este Día del Trabajo recordar a aquella estirpe de hombres que bajo los varales convirtieron sus penas y miserias en arte y escuela de la que sin lugar a dudas nos sentimos herederos y que jamás debemos olvidar.

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