Nuevos datos sobre la reorganización de la Hermandad

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Debo confesar que el estudio de la historia me apasiona, y concretando hacia nuestras Hermandades más aún, porque nos aporta una fuente de información privilegiada que ayuda a entender cómo era la sociedad en cada tiempo. La gran enseñanza que extraemos de la historia cofrade, que no la única, es que si las Cofradías siguen perdurando tantos siglos después es porque viven con sus gentes; y así lo estamos viendo estos meses con las múltiples ayudas que las Hermandades ofrecen a los más desfavorecidos por la crisis del Covid19. Pienso que de cara a nuestro presente y futuro es el camino que debemos mantener para no introducirnos en una burbuja elitista basada en una estética estéril, pero no quiero desviarme del tema que me ha llevado a redactar este artículo que no es otro que el pasado.

Estudiar la historia de una Hermandad no es únicamente encerrarse en el archivo entre legajos para rescatar algún dato jugoso y luego soltarlo en pequeños círculos para parecer el más ilustrado. El fin principal es la divulgación, sacar la historia de los archivos para todos los cofrades. Los hermanos necesitamos conocer nuestro camino histórico, ya que el pasado es la consecuencia del presente y del futuro. Ese recorrido histórico nos proporciona, como mínimo, identidad en el contexto cofrade; y si además, tenemos la oportunidad de conocer el nombre de las personas que marcaron una época se nos abre un amplio horizonte para entender cómo esas personas fueron influidas por su tiempo y la vez marcaron el carácter de las Hermandades.

Probablemente el rasgo más inconfundible de la Hermandad del Prendimiento sea estar vinculada al mundo del trabajo, hace poco escribimos sobre ello. Innumerables menciones en prensa durante décadas nos han definido como la Hermandad de los trabajadores, sin embargo desconocíamos el nombre de las personas, y por tanto su vinculación con el mundo obrero, que fundaron y reorganizaron la Hermandad en un intervalo aproximado de 25 años.

Durante estas semanas de confinamiento repasando las ediciones digitalizadas de La Saeta, encontré y cito textualmente la fuente: “los nombres de quienes tan devotamente hicieron realidad el milagro grande de esta Cofradía”. Para mí fue toda una alegría el descubrimiento, muchos pensarán que tampoco es para tanto ya que es un documento relativamente reciente y accesible, sin embargo, arroja más luz sobre nuestros orígenes y nos abre múltiples vías de investigación que nos ayude a entender mejor qué supuso la creación de la una Hermandad con las características del Prendimiento en aquel contexto social.

Teníamos documentado que Juan Navarrete Trujillo fue el primer Hermano Mayor tras la reorganización, incluso que el afamado capataz Antonio Daffari participó en la fundación de la Hermandad y que: “su relación con los comerciantes del mercado central venía a través de su esposa María Herrero, dueña de una carnicería en la calle Puerta Nueva”, tal y como se relata en El asunto Daffari. Sin embargo desconocíamos que sobre él recayera el cargo de Segundo Hermano Mayor.

El rastro de Daffari nos lleva al Diario Sur del 30 de marzo de 1950, donde su intervención nos revela el carácter primigenio de la Hermandad: “Diga usted que a nuestra Cofradía no le interesa ni el lujo ni el lucimiento, sino incrementar nuestro fervor de católicos y hacer el bien a nuestros compañeros. Ponga usted también que nuestra Cofradía tiene un fin social, además de un fin religioso, y que los fondos que reunimos los destinamos preferentemente a obras de asistencia social. Esta Cofradía no muestra ningún interés en superar el tono de austeridad y pobreza que constituyen uno de sus caracteres”.

El hallazgo de esta relación de cofrades nos pone en la pista de 14 nombres de los que intentar recabar la máxima información posible para arrojar más luz a los primeros pasos de nuestra Hermandad. Está claro que la historia no es una parcela estática, y la aparición o el echar cuenta a una publicación puede mover y recomponer las piezas de este maravilloso puzle que es la historia.

Álvaro Muñoz Rivas

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