Judas, ese secundario protagonista

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«Todavía estaba hablando Jesús, cuando llegó Judas, uno de los Doce. Venía acompañado de un numeroso tropel de gente armada con espadas y garrotes, enviada por los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo» Mateo 26: 47

Cuando se ve el trono de Jesús del Prendimiento venir, el público se traslada fácilmente a este pasaje: Judas en primer término acercándose a su Maestro, el penacho de plumas del romano y cerrando la escena, el olivo cimbreante. Judas es uno de los personajes secundarios protagonistas, sin su beso traidor no se hubiera desarrollado la Pasión, por esta razón no es Jesús del Prendimiento quien se encuentra en el centro del frontal del trono, sino que este lugar corresponde al beso.

Judas es de esos personajes llenos de matices y, como si de un poliedro se tratara, para analizarlo en plenitud hay que mirar todas sus caras. La Hermandad se esmera año a año intentando hacer partícipe al público de este análisis, para ello se basa en el uso de símbolos que hagan más fácil su comprensión. Para este Domingo de Ramos se ha enriquecido el programa iconográfico entorno a este discípulo añadiendo 30 monedas a sus pies, pero comenzaremos desde el principio.

Las Escrituras tratan a la serpiente como figura de un ser inteligente y malhechor, enemiga de Dios y del hombre y que la tradición cristiana ha identificado con el demonio. Esta herencia simbólica negativa queda plasmada desde el Génesis cuando la serpiente tienta a Eva hasta el pasaje protagonista de nuestra Hermandad. Lucas 22: 3 menciona que «Satanás entró en Judas» de tal forma que el lector avezado ya estará atando cabos y tratará de afinar la vista para encontrar la presencia de una serpiente mordiendo el pie del apóstol traidor.

¿Qué pudo motivar la traición? De Juan 12: 6 podemos deducir que fue por codicia, aunque como veremos más adelante 30 monedas en ese tiempo era una cantidad irrisoria. Otras interpretaciones de las Escrituras afirman que se pudo sentir decepcionado con Jesús. Él esperaba un Mesías político que liberara al pueblo del yugo romano, sin embargo, esto no fue así pudiendo planear la traición como venganza. Sea el motivo que fuese, Judas terminó con su vida atenazado por la culpa.

¿Por qué treinta monedas? La cantidad de treinta monedas no es casual ni arbitraria, si buceamos en diversos pasajes de la Biblia vemos que el pago de treinta monedas ya ha aparecido en pasajes anteriores. Éxodo 21: 32 especifica las medidas que se debían tomar si un toro mataba a un hombre, una mujer, un niño o un esclavo «Si el toro cornea a un esclavo o a una esclava, el dueño del toro pagará treinta monedas de plata al amo del esclavo o de la esclava, y el animal morirá apedreado». 30 piezas de plata era el precio de un esclavo, por ese precio tan despreciable Judas consumó su vil traición.

La cantidad de monedas mencionadas en el Evangelio fue para los sacerdotes del Templo una forma de mostrar desprecio a Jesús comparándolo con el precio de un esclavo, también una manera de retratar a Judas como un miserable traidor quien por esa irrisoria cantidad de monedas vendía a un amigo, a pesar de que poco después quiso enmendar sus culpas devolviendo el dinero a los sacerdotes y ancianos.

Tras ver que Jesús había sido condenado a muerte, Judas se llenó de remordimiento y fue a devolver las 30 monedas gritando «he pecado entregando a un inocente», acto seguido tiró el dinero en el Templo y marchó a poner fin a su vida Mateo 27: 3-6. Este momento, aunque anacrónico en relación al pasaje que representa la Hermandad del Prendimiento, es el que se trata de representar con la inclusión de la bolsa y las 30 monedas a los pies de Judas.

Cuando tengamos cerca a Jesús del Prendimiento maravillémonos con su rostro sereno, recibamos la bendición que nos imparte con la mano derecha y reflexionemos sobre las diferentes caras de la traición, el arrepentimiento y el Gran Perdón que su bendita madre va ofreciendo amparando a su hijos bajo su manto.

 

Álvaro Muñoz Rivas

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