Atavío de Nuestro Padre Jesús del Prendimiento – Semana Santa 2025

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En este 2025, Nuestro Padre Jesús del Prendimiento vuelve a alzarse majestuoso sobre su trono procesional, encarnando ese instante decisivo del Evangelio en que el Hijo de Dios, sereno y entregado, permite que se cumpla el designio divino. Su presencia, cargada de hondura y solemnidad, se reviste de un atuendo que no solo embellece, sino que intensifica el mensaje salvífico que la imagen transmite.

El Señor luce su túnica de tisú de plata, confeccionada en 2007 por el Taller de Empleo de la Hermandad bajo la dirección de José Miguel Moreno. La pieza destaca por su riqueza ornamental y por el singular diálogo entre los grifos, dragones y elementos vegetales que componen el bordado. Estos, de gran volumen y plasticidad, se distribuyen con equilibrio en el pecho, las bocamangas y el bajo de la túnica, generando una lectura ascendente que lleva la mirada del público desde lo terreno hasta lo divino.

Sobre sus hombros descansa un mantolín de terciopelo rojo, un paño regio que contrasta con la luminosidad del tisú. Su textura y caída aportan solemnidad a la figura, evocando la dignidad del Rey entregado, que no huye del sufrimiento, sino que lo abraza por amor.

En su cintura, un cíngulo de hilos de oro ciñe la túnica, mientras que en su nudo se aprecia el broche del Cordero Pascual (2016), realizado en plata dorada por Alejandro Borrero. Esta pieza, donada por devotos, representa el sacrificio redentor de Cristo y se convierte en signo eucarístico por excelencia, recordando su entrega como cordero sin mancha.

Rematan su cabeza las potencias —estrenadas en 1999—, diseñadas por Eloy Téllez Carrión y ejecutadas por Álvaro Gutiérrez Alonso con modelos de Raúl Trillo. De plata dorada, se disponen en doble haz de rayos en dos planos, con una composición de gran riqueza y profundidad visual. En el centro de cada una, azucenas y querubines enmarcan una custodia con las iniciales JHS, en clara alusión a la pureza del Señor y a su presencia real en el Sacramento del Altar.

El trono en el que avanza por las calles de Málaga se convierte también en un espacio de lectura teológica y simbólica, donde cada elemento refuerza el relato de la Pasión.

A los pies de Judas Iscariote, la Hermandad quiere hacer visible lo que narra el Evangelio de San Lucas: «Satanás entró en Judas» (Lc 22,3). Una serpiente mordiendo el pie del apóstol traidor escenifica este instante terrible en el que el mal entra en el corazón del hombre. A su alrededor, las treinta monedas aparecen derramadas sobre el monte que adereza el trono, no como signo de victoria, sino como recuerdo amargo de su arrepentimiento.

En contraste, la figura de San Juan Evangelista, el discípulo amado, es símbolo de fidelidad y consuelo. A sus pies, dos rosas blancas reflejan la pureza de su amor hacia Cristo, el único apóstol que no lo abandonó en su Pasión. En su mano derecha, el detalle más singular: un cáliz del que emerge un dragón, símbolo del veneno. Esta imagen remite al episodio en que San Juan fue desafiado a beber una copa envenenada por el sacerdote pagano Aristodemo. El apóstol, tras santiguarse, bebió sin daño, venciendo el mal con la fuerza de la fe. El dragón, vencido en el interior del cáliz, se convierte así en emblema de la victoria de la fe sobre el mal, de la luz que no se apaga ante la oscuridad.

Y como broche de esta catequesis visual y plástica, la flor del trono se convierte en un susurro que perfuma y embellece el camino del Señor. La composición floral está formada por nutan, rosas farfalla, orquídeas phalaenopsis, tulipanes, gloriosas, clavel chino, allium blanco, cordyline, hojas de camelia, monte allium morado y eringium. Un conjunto cromático de gran riqueza que, sin restar protagonismo a la escena, aporta dramatismo, delicadeza y sentido litúrgico.

Así, en esta Semana Santa, Jesús del Prendimiento no solo avanzará por las calles de Málaga: se entregará de nuevo, con la misma dignidad y realeza con la que lo hizo aquella noche en el Huerto de los Olivos.

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